Determinantes para entender la política exterior estadounidense y su aplicación en el conflicto Rusia y Ucrania.
06 de enero
Ferdinand Primakov
(c) imagen generada a partir de Microsoft Bing
No se puede entender la política exterior estadounidense sin considerar la influencia de los grupos y lobbies neoconservadores que lo dominan, así como los ideales que pregonan. Una de las pautas que los definen son su pertenencia a la nueva derecha americana que fundamentan sus ideas y acciones en base a los postulados o interpretaciones de Leo Strauss, quien rechaza las consignas del liberalismo al considerarlos excesivos, aboga por el mantenimiento de la unidad nacional en base a una religiosidad y asiente la necesidad de ocultar la verdad a la sociedad para preservar el orden y la estabilidad.
Muchos antiguos funcionarios de la época de la Guerra Fría conocieron de primera manos esos entendimientos y los interiorizaron para aprovecharse del enorme poder estadounidense para definir la política exterior. Uno de los que pertenecen a esos círculos es Zbigniew Brzezinski, quien fue el consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter. En su libro establece que el principal objetivo de Estados Unidos es controlar al continente euroasiático que se extiende desde Lisboa hasta Vladivostok en el cual para lograr ese objetivo se tiene que mantener bajo la dependencia estadounidense a los Estados vasallos vinculándolos en un entorno mutuo de seguridad y evitar la unión entre Estados que representen una amenaza real a la preponderancia americana.
Esta pretensión fue ampliamente desarrollada y ejecutada a través de la OTAN y que gracias a la guerra entre Rusia y Ucrania, Estados Unidos pudo romper el lazo energético – industrial que entre la Unión Europea y Rusia se venía formando. Dejando como consecuencia a una Europa sometida a recesión económica y quien principalmente asume los costes de las sanciones. Entre los altos funcionarios estadounidenses estos objetivos están íntimamente presentes y desarrollan una serie de estrategias, como las guerras proxy, es decir, guerras a través de otros países para conseguirlas. Sus acciones son de largo aliento.
Por ejemplo, para romper el lazo euroasiático entre Rusia y Europa, buscaron antagonizarlos a través de la crisis en Ucrania. Existe evidencia que muestra que muchos altos funcionarios estadounidenses e instituciones como la CIA estuvieron detrás de la revolución del Euromaidán, apoyándola monetariamente a través de organizaciones no gubernamentales, o al menos incitándola. Evidencia de ello es que muchos miembros del congreso estadounidense de ese entonces visitaron Ucrania, como el senador John McCain, quien realizaba conferencias en Kiev en apoyo de los manifestantes y prometiendo el respaldo de Estados Unidos en contra del gobierno de Víktor Yanukóvich.
Esta operación en Ucrania se enmarca en la pretensión de aislar y dividir a Rusia e intentar encender el conflicto en Europa. La razón por la que persiguen políticas guerreristas es porque Estados Unidos es un país sumamente endeudado y encuentra importantes beneficios económicos en la inversión en defensa y reconstrucción de países. Además, la cúpula del complejo militar industrial y financiero moviliza sus intereses dentro del ejecutivo y legislativo estadounidense para hacerse con el presupuesto público y las inversiones en otros países. Los principales bancos de inversión estadounidense BlackRock y JP Morgan cerraron lucrativos contratos en Ucrania para la reconstrucción del país.
Sin embargo, los costos de ayudar a Ucrania están superando en demasía a los beneficios ya conseguidos de la guerra. La propia Rand Corporation, el think tank del pentágono, en un informe menciona que se debe evitar una larga guerra pues significaría enormes gastos al presupuesto de Estados Unidos. Por esa razón, teniendo ya satisfechos los objetivos de la separación entre la Unión Europea y Rusia y habiendo satisfecho al lobby financiero con los contratos de reconstrucción, ya no existen motivos reales para que Estados Unidos siga ayudando a Ucrania en una guerra que los mismos norteamericanos impulsaron. Por esa razón, y a medida que Rusia adquiere más territorios, se prevé un futuro devastador para Ucrania.